En el último ejemplo de la extensión y
la capacidad de espionaje de los servicios de inteligencia
estadounidenses, este lunes se ha conocido que la Agencia Nacional de
Seguridad (NSA) de Estados Unidos y su homóloga
británica, el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico
(GCHQ) se han servido desde 2007 de aplicaciones para móviles, como Angry Birds o Google Maps, en su afán por recabar información personal de sus usuarios.
Así lo demuestran los últimos documentos filtrados por Edward Snowden y a los que han tenido accesoThe New York Times, The Guardian y la web Pro Publica.
Que la NSA había diseñado sofisticados
programas para poder acceder a los mensajes de texto y de chat, a las
agendas de contactos o a la localización de los titulares de teléfonos
inteligentes no es nuevo, pero las nuevas revelaciones de Snowden
demuestran cómo el empleo de lo que se denominan “aplicaciones con
fugas” se ha convertido en una de las herramientas de espionaje más
importantes y eficaces de la NSA. Gracias a estos sistemas, las agencias
de EE UU y de Gran Bretaña han podido sustraer la información relativa a
lus datos geográficos, listas de amigos o registros telefónicos de los
usuarios cada vez que eran enviados en mensajes a través de las
versiones móviles de Facebook, Flikr, LinkedIn o Twitter.
Este nuevo programa fue bautizado como
“explosión móvil”, un nombre que compara esta iniciativa con las
operaciones relacionadas con el movimiento de tropas estadounidenses en
Irak y Afganistán, de acuerdo con un documento de la inteligencia
británica. Aunque de los documentos filtrados por el informático no se
puede colegir el alcance, el número determinado de datos que se han
recopilado a través de este tipo de aplicaciones, o la finalidad de los
mismos, todo hace pensar que el desarrollo de software para Android ha
convertido a los millones de móviles que utilizan este sistema operativo
en una de las principales fuentes del espionaje de las agencias
estadounidenses, hasta el punto de ser calificados por uno de los
analista de la NSA en 2010 como “la pepita de oro”.
La colaboración entre las agencias
estadounidense y británica comenzó en 2007, coincidiendo, señala The
Times, con un incremento sustancial en el presupuesto de NSA, de 204
millones de dólares a 767 millones. Otras filtraciones facilitadas por
Snowden habían puesto de manifiesto cómo la NSA se había servido de
videojuegos on line para recabar informaciones de sus usuarios,
llegando, incluso, a diseñar ella misma un programa específico para ese
propósito. Sus responsables siempre alegaron que muchos de los
sospechosos de terrorismo intercambiaban datos a través de este tipo de
juegos.
No queda claro si las compañías
encargadas de desarrollar este tipo de aplicaciones estaban al corriente
de que la NSA y el GCHQ se valían de sus programas para recopilar
información de los usuarios. “Nada de lo que aparece en los documentos
secretos indica que las compañías hubieran estado colaborando con las
agencias de espionaje para compartir esa información”, señala The New York Times.
Rovio, la empresa responsable de Angry Birds sostiene, de acuerdo con
el diario neoyorkino, que no “sabía nada de este tipo de actividad”.
Hace dos semanas, el presidente de EE
UU, Barack Obama, anunció una reforma en la forma de operar de la NSA.
No queda claro si las medidas avanzadas por el mandatario podrán, una
vez aplicadas, impedir este tipo de prácticas de recopilación de datos.