En un ranking del World Prison Brief (WPB), la principal base de datos mundial sobre asuntos penitenciarios, que es compilado por el Instituto para la Investigación de Políticas de Crimen y Justicia (ICPR, por sus siglas en inglés) en Reino Unido, Ecuador aparece en el puesto número 18 de la región.
Para tener una idea de la dimensión del problema, alcanza con observar que solo un país de Sudamérica no tiene sus cárceles repletas: Surinam, la nación menos poblada del subcontinente, donde la tasa de ocupación carcelaria alcanza el 75,2%.
Chile le sigue como el segundo más bajo, con una tasa del 100,4%.
Algo similar ocurre en Centroamérica: allí solo Belice evita la sobrepoblación, con una tasa de apenas el 49,8%, y México le sigue con el 101,8%.

Pero lo que más llama la atención del ranking no es solo que la vasta mayoría de los países latinoamericanos superan, y ampliamente, el 100% de la capacidad de sus prisiones (el ICPR estima que el promedio regional de ocupación es del 160%).
Sino que, además, en algunos países -como puede verse en la tabla más arriba- la tasa de ocupación es dos, tres y hasta cuatro veces mayor que la capacidad.
Hay seis naciones donde la cantidad de presos es el doble, el triple o el cuádruple del espacio que existe para albergarlos.Estos
países están distribuidos geográficamente por toda la región: dos son
de Sudamérica, dos de América Central y dos del Caribe. El que tiene la peor situación, por lejos, es Haití, el país más pobre del continente americano, que tiene una ocupación carcelaria del 454,4%. Le sigue Guatemala, que triplica la capacidad de su sistema penitenciario, con el 367,2% de ocupación, y Bolivia, con 269,9%.No es la falta de cárceles
Seguramente lo primero que pensaste es que el principal problema es que no se han construido suficientes cárceles. Y tienes razón, en parte. Claramente el crecimiento de la población carcelaria ha sido mucho mayor, y mucho más veloz, que el aumento en las obras de infraestructura para contenerlo. Pero los estudiosos de la materia aseguran que construir más cárceles no resolvería el problema del hacinamiento.
"Sabemos que cuantas más cárceles se construyan, más se llenarán. Los jueces siempre están bajo presión en ese sentido", señala Sacha Darke, profesor adjunto en Criminología en la Universidad de Westminster, en Reino Unido, quien se especializa en los sistemas penitenciarios en América Latina.
Darke cree que el problema no es la cantidad de cárceles, sino la cantidad de presos. Resalta que la población carcelaria en la región prácticamente se ha triplicado desde el año 2000, y llama a América Latina la "nueva zona de encarcelamiento masivo". "Va a superar a América del Norte", dice, en referencia a la región con más prisioneros en todo el mundo (aunque sin un problema de hacinamiento, debido a una vasta red penitenciaria).

Un problema judicial
Política de drogas
Pero a todo esto se suma un fenómeno más reciente que es clave para comprender por qué se han multiplicado los presos latinoamericanos en tan pocos años, afirman los especialistas.
"Hoy uno de los principales motivos para estar en la cárcel es la venta de drogas", dice Darke.
"Pero la mayoría de las personas apresadas no son narcotraficantes, sino jóvenes que intermedian entre quienes venden y compran", señala, en referencia al comúnmente llamado "menudeo de drogas".
"En América Latina a toda persona que vende droga le dicen traficante, pero en Europa solo llaman así a los que están en la cima", observa.
El académico británico resalta que en su país el menudeo -también llamado micro-tráfico- no es castigado con prisión, y que este es el motivo por el cual "la población carcelaria en América Latina es muchísimo más joven que la de Europa".

El problema de las bandas
En su libro "Prisons and Crime in Latin America" (Prisiones y Crimen en América Latina), publicado este año, los académicos Gustavo Fondevila y Marcelo Bergman señalan que las cárceles han pasado de ser "instrumentos de incapacitación, disuasión y rehabilitación a impulsores de violencia y criminalidad".
Los enfrentamientos entre los grupos criminales que controlan las cárceles son las que llevaron a las masacres carcelarias en Ecuador, y a motines recientes en varios países más de la región, como Perú, Venezuela y Brasil.
Los expertos advierten que el hacinamiento juega un papel clave en el poder de las bandas.
"La sobrepoblación carcelaria favorece el crecimiento de las redes criminales porque hay menos control del Estado", dice Muñoz.
Y da un ejemplo: "Si tú tienes una celda que es para cinco personas, pero hay 30, los guardias no pueden mantener el control allí. Entonces el hacinamiento favorece el crecimiento de grupos criminales."

Darke, por su parte, dice que en muchos países las autoridades penitenciarias "necesitan a las pandillas para organizar el funcionamiento de la cárcel"."En algunos lugares estas bandas incluso son designadas por el sistema penitenciario para llevar el orden", asegura.
Lo llama un "cogobierno"."Cuando no le das recursos al sistema penitenciario y no tienes el personal necesario, es bastante natural para las personas que trabajan allí, y no pueden manejar la prisión, que busquen la colaboración de los prisioneros", explica.
¿Cuál es la solución para evitar este círculo vicioso, que lejos de evitar el crimen lo perpetúa? "Hay que invertir en prevenir el crimen, más que en responder al crimen", sugiere Muñoz. "Es un cambio de mentalidad que sería fundamental en América Latina".
BBC News Mundo