(CNN) — El mundo, sobre todo los países en desarrollo, tiene una gran necesidad de alimentos, agua y energía.
Ocurre que Israel tiene formidables innovadores en materia de
agricultura y tecnología del agua, lo cual, si se exporta, podría
brindar seguridad alimentaria e hídrica a las más de mil millones de
personas que son vulnerables en esos ámbitos.
Soy un hombre partidario de la energía solar. En realidad, soy un
alborotador, exactivista en contra del apartheid y activista defensor de
los derechos humanos que se encontró con el mundo solar en el momento
en que mi familia y yo llegamos a un lejano kibutz —una especie de
comuna agrícola— desierto para iniciar un escape de los suburbios
durante dos años sabáticos.
A veces se tiene suerte, que es lo que considero tengo por haber
conocido en el kibutz Ketura a Ed Hofland y, de Nueva Jersey, a David
Rosenblatt.
Juntos formamos la Arava Power Company, dimos pelea y
finalmente, ganamos la batalla para llevar energía solar a escala
comercial al Estado judío. También hemos sido pioneros en Israel,
afortunadamente con éxito, del concepto de Inversión de Impacto: hacer
el bien haciéndolo bien.
Hay 1.6 mil millones de personas en el planeta que no cuentan con
energía eléctrica, a pesar de que el sol brilla para todos. Hemos
aprendido algunas lecciones valiosas por nuestro andar en Israel que,
con un poco de suerte y trabajo duro, podrían ser llevadas a África y
otros lugares.
El Secretario General de la ONU ha puesto en marcha una nueva
iniciativa denominada 'Energía Sostenible para Todos', para suministrar
energía verde a todos en 2030. Si bien apoyamos esta idea, creo que
podemos suministrar energía verde a todos para el 2020. El objetivo para
el 2030 es ambicioso, con una visión centrada en incrementar los fondos
sin fines de lucro, no gubernamentales, los cuales son limitados.
Creo
que el objetivo para el 2020 es ambicioso y factible ya que hemos
desarrollado una manera de movilizar fondos con fines de lucro casi
ilimitadps para lograr un objetivo parecido, aunque de forma más veloz.
Aunque la energía solar también es un negocio, yo la veo como una
campaña de derechos humanos. La Declaración de los Derechos Humanos de
la ONU garantiza muchas cosas que los pobres no tienen: educación, salud
y empleos. Nada de esto es realmente posible en un mundo sin
electricidad. Sin embargo, en el mejor de los casos, cuando un país
pobre comienza a suministrar electricidad a su pueblo, lo que hacen es
conectar generadores con diesel sucios y contaminantes. Así que algunas
de las personas más pobres del planeta, en su intento por encontrar
salidas de la pobreza, acaban convirtiéndose en parte del problema del
cambio climático y no en parte de la solución.
Quiero que todos seamos parte de la solución al cambio climático y el
calentamiento global, a la par de acelerar el desarrollo de los países
pobres. Así que creamos una segunda empresa, Energiya Global Capital,
justo para lograr eso.
Si bien no podemos hacerlo solos, queremos suministrar energía verde a
50 millones de personas para 2020, lo cual es aproximadamente 10,000
megavatios o aproximadamente el tamaño del mercado de energía de Israel.
Y dar a los inversores la oportunidad de invertir de acuerdo con sus
valores, a la par de crear valor en el mundo en desarrollo.
El tiempo está en nuestra contra.
Para que el planeta esté en equilibrio, tenemos que hacer que los
niveles de dióxido de carbono estén en 350 partes por millón.
Actualmente estamos en 392 partes, y acelerando rápidamente. Según
algunos cálculos, en 2017 el planeta debe nivelar los incrementos de las
emisiones de gases de efecto invernadero con el fin de que el cambio
climático radical no resulte irreversible.
Dado que el 9 por ciento de la electricidad del planeta es producida
por la quema de gasóleo, podemos hacer algo histórico para reducirlo a
cero. No solo a través de erradicar la huella de carbono de esa energía,
sino también a través de reducir el costo de la energía en esos
mercados. El precio de los paneles solares se ha reducido de forma tan
drástica en los casi siete años que hemos trabajado para llevar energía
solar a Israel que nuestros costos son a veces la mitad del costo del
diesel. Y la energía solar no posee la volatilidad, la contaminación o
el dinero que migra hacia los regímenes autocráticos que producen la
mayor parte del petróleo del mundo.
Creo que lo que hemos aprendido en nuestra lucha por llevar energía
solar a Israel ahora puede aplicarse a nivel mundial. Y no hacerlo sería
egoísta. Al igual que con la agricultura y el agua, Israel, por medio
de nuestros esfuerzos, tiene algo que aportar en el ámbito de la energía
verde a la gente.
Este es nuestro camino. Hemos tenido éxito en Israel para comenzar
nuestra revolución solar. No podemos permitirnos no desencadenar una
revolución solar en África y en otros lugares.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecene exclusivamente a Yosef Abramowitz.